En 1974, Silvia Reyes, nacida en Las Palmas de Gran Canaria, se ve atrapada en la vorágine represiva del régimen de la época por el simple hecho de ser transexual. Su s recuerdos se entrelazan con la lucha, la supervivencia y el coraje como premisas en una época en la que ser diferente estaba marcado como un crimen.
Su detención en un ‘drugstore’ de Passeig de Gràcia marca el inicio de una odisea vital que la lleva a la cárcel Modelo de Barcelona y a un centro de rehabilitación social en Badajoz.
Junto a 37 compañeras trans, Silvia experimenta la discriminación y el rechazo en un módulo apartado del resto de los presos. Dos motines recordados no ya por la violencia, sino por la necesidad de compañía. Tras salir en 1975, Silvia fue desterrada de Cataluña, buscando refugio en París.
Partícipe de la primera manifestación del colectivo LGTBI en España en 1977, Silvia lidera a las la comunidad Trans con el lema “¡Basta ya!”, enfrentándose a la represión policial con determinación y mucha valentía Sin embargo, la vida de Silvia no estuvo exenta de tragedia, siendo su amiga, Sonia Rescalvo, brutalmente asesinada en 1991, pérdida que la deja marcada de por vida.
Hasta 2009, Silvia y otros afectadas por la represión no reciben indemnizaciones del Estado. Aunque solicita una pensión vitalicia, solo recibe 7.500 euros. La compensación monetaria palidece en comparación con el sufrimiento pasado.
A sus 74 años, Silvia Reyes, es un faro de esperanza, una mujer que ha desafiado las injusticias de su tiempo con dignidad y valentía, recordándonos que el amor y la aceptación son las fuerzas que nos elevan por encima de las sombras del pasado. Su vida es una llamada al entendimiento y comprensión, el recordatorio de que todos merecemos vivir sin miedo, con autenticidad y con los mismos derechos, sin importar la época en la que nos encontremos.
Foto: Carlos Escolástico